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Arte y básquetbol sin fronteras: Abby Aceves y Estefania Ajcip son voces de la migración y la resiliencia

 15, 2025: Artists Abby Aceves (R) and Estefania Ajcip Ixocy
Las artistas Abby Aceves (derecha) y Estefania Ajcip Ixocy posan durante una exposición en Band of Vices en Los Ángeles el sábado 15 de febrero de 2025. (Etienne Laurent / For The Times)
(Etienne Laurent/For Los Angeles Times en Espanol)

Lakers otorgó un cheque de $10.000 a cada uno de 10 artistas de color que se ganaron un puesto para exhibir sus obras en la cuarta edición de “In the Paint”. Entre ellos, destacan dos artistas latinas que han vivido vidas paralelas, pero que se entrelazan en las angustias migratorias en este país.

Abby Aceves no tenía muy en claro lo que sucedía, pero pronto se enteró de que los miles de aficionados a su alrededor vibraban por el debut de la nueva superestrella del equipo.

La oriunda de Nogales, Sonora, pero cuyo corazón le pertenece a Guadalajara, fue una de los 10 artistas de color que se encontraban en el Crypto.com Arena el día que Luka Doncic se vistió por primera vez la camiseta de los Lakers.

Aceves fue recipiente de uno de los 10 cheques de $10.000 que entregó el quinteto angelino a los artistas que actualmente exhiben sus trabajos en la cuarta edición de “In the Paint” o “En la Pintura” en Band of Vices en el Distrito de las Artes en el Centro de Los Ángeles hasta el 8 de marzo.

“La verdad no tenía idea de qué sucedida, estaba muy nerviosa porque nos iban a poner en la mitad de la cancha y tampoco es que sepa cómo se juega el baloncesto”, dijo entre risas Aceves durante una visita del LA Times a la galería gratuita. “Sé que el equipo lo había adquirido… era el número 77 creo”.

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Doncic fue canjeado de los Mavericks de Dallas a Lakers en un intercambio que vio partir, entre otros, a Anthony Davis.

Estefania Ajcip Ixocy, quien fue otra de las recipientes de la subvención financiera por parte de los Lakers, es una artista guatemalteca nacida en el Este de Los Ángeles. Ella, al igual que Aceves, no estaba muy informada en lo que sucedía en la cancha, pero sí disfrutaba un momento especial con quien ella considera su “musa” para sus obras.

“La única felicidad que me llevé fue el hecho de que mi papá estaba entre el público, estaba allí y aunque a lo lejitos ahí lo miraba”, dijo Ajcip Ixocy. “Ver a ese viejito con esa sonrisa... Incluso sentada a la par de él cuando mirábamos el partido. Era la primera vez en su vida que iba, a él sí le gusta el básquet. El simple hecho de verlo reír, gritar de emoción, disfrutar y quizás de haber visto a su hija ahí en la cancha también”.

Aceves y Ajcip Ixocy se conocieron durante el proceso de exhibición de las obras y aunque sus vidas son paralelas, ambas tienen historias de mujeres resilientes, marcadas por la migración, la distancia familiar y el arte como un refugio y camino de expresión.

Desde pequeña, Aceves vio su vida dividida entre dos países. Cruzó la frontera ilegalmente con su familia y vivió en Estados Unidos sin documentos. Sin embargo, la incertidumbre y las dificultades la llevaron de vuelta a México, donde encontró en su abuela un pilar fundamental.

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Su madre, en cambio, permaneció en Estados Unidos, lo que resultó en una separación dolorosa de más de 15 años, ya que Abby no podía obtener una visa para visitarla. Finalmente, tras múltiples intentos, logró reunirse con ella, pero su relación seguía siendo complicada debido a las circunstancias de vida de su madre.

La convivencia con su madre no fue fácil. Su madre, quien hace parte de la comunidad LGBTQ, enfrentaba constantes conflictos con su pareja, y Abby, siendo aún una niña, se vio atrapada en un ambiente inestable.

Esto la llevó a tomar la decisión de regresar a Guadalajara con su abuela, quien le ofreció un hogar lleno de tranquilidad, rodeado de animales y plantas, muy distinto al caos que vivió con su madre. Fue con su abuela que pudo experimentar una vida más estable y construir su identidad sin el peso del conflicto familiar.

Aceves fue víctima de la ignorancia de los adultos.

“Era difícil cuando era chica, a veces los padres de otros niños no les permitían que se juntaran conmigo”, dijo Aceves. “Era como si algo se les iba a pegar a ellos, por eso decidí partir”.

A pesar de su talento para el arte, Aceves decidió estudiar Diseño de Modas, temiendo que dedicarse completamente al arte no le permitiera sobrevivir económicamente. Durante casi una década trabajó en la moda, pero siempre sintió que algo le faltaba. Al regresar a Estados Unidos, comenzó a explorar nuevamente la pintura y, para su sorpresa, encontró un mercado más receptivo y oportunidades que en México no había imaginado.

Obtener su residencia fue un logro inmenso, pero la sombra de la incertidumbre migratoria nunca desapareció del todo. Con las políticas cambiantes en Estados Unidos, incluso siendo residente, Aceves sentía miedo de que cualquier error pudiera costarle su estatus legal. Su madre, después de años de trabajo extenuante como ama de llaves, decidió regresar a México antes de que la situación se volviera más riesgosa para ella.

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“Esta cuestión con Trump, está fatal. Mi mamá ya se regresó hace como tres años a Guadalajara, duró muchos años aquí trabajando de housekeeper y la verdad es que es una joda”, dijo Aceves. “Se regresó a tiempo. Está feliz allá y con este señor y viendo todas las deportaciones, me quedo pensando el miedo que hubiera sido tener aquí a mi mamá con esta situación. Ella no pudo arreglar sus papeles. Aunque ya soy residente, hasta yo me asusto porque siento que a veces cualquier excusa es buena para detenerte”.

En contraste, a los ocho años, la familia de Ajcip Ixocy tomó la difícil decisión de mudarse de regreso a Guatemala, un cambio que definiría su identidad y su arte. Creció entre la herencia indígena maya de su madre y la vida citadina de su padre en la capital guatemalteca. Sin embargo, su destino la llevó de nuevo a los Estados Unidos al cumplir los 18 años, enfrentándose a los desafíos de empezar de cero en un país que, aunque era su lugar de nacimiento, no sentía del todo propio.

Su camino en el arte fue un reflejo de su propia historia. Luego de estudiar en Pasadena City College y obtener su licenciatura en Bellas Artes en Cal State Long Beach, empezó a consolidar su trayectoria con exposiciones locales y una residencia artística en Berlín, Alemania.

En esa experiencia en Alemania, su arte se convirtió en una exploración de sus raíces, confeccionando desde cero un traje típico guatemalteco en tonos morados y azules, una dedicación especial a la familia de su padre. Para Estefania, representar a Guatemala y a Centroamérica era esencial, pues sentía que sus compatriotas no tenían suficiente visibilidad en el mundo del arte.

“En Berlín cambié todo”, recordó Ajcip Ixocy. “Hice mi traje típico de Guatemala, que es morado y azul, y es como la falda, un huipil. Es lo que hice en Berlín, hice todo el traje con canvas. Es algo que me enorgullece, porque a pesar de que sí hay gente de Guatemala que va aquí y allá, casi no escuchas mucho de la gente centroamericana allá. Quería ver la reacción de la gente local también”.

Pero quizás el capítulo más conmovedor de su historia es su relación con su padre, un hombre que, como muchos migrantes, tuvo que sacrificarse por el bienestar de su familia. Su ausencia en la infancia marcó a Ajcip Ixocy, pero también se convirtió en la fuente de su inspiración.

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Su serie de obras titulada “Cartas a Papá” nació del descubrimiento de una caja llena de giros postales y cartas que ella y su hermana enviaban a su padre cuando estaban separadas. En esas cartas, las niñas imploraban su pronto regreso, sin comprender en su momento los sacrificios que él hacía por ellas.

La historia de Aceves es un testimonio de lucha, identidad y arte. Su camino no ha sido fácil, pero ha sabido transformar sus experiencias en obras que reflejan su cultura, su familia y su propia evolución. A través del arte, ha encontrado una voz y una forma de sanar las heridas del pasado, mientras sigue construyendo un futuro en el que su talento y raíces ocupan un lugar central.

A pesar de los desafíos migratorios que su familia aún enfrenta, Ajcip Ixocy sigue adelante con la convicción de que cada pintura es una página de su historia. Su arte no solo es una expresión personal, sino un testimonio de la resiliencia, el duelo y la esperanza que muchas familias migrantes comparten. Su padre sigue siendo su musa, y su trabajo continúa dando voz a esas experiencias que tantas veces quedan en el olvido.

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